Por Liza Medrano
Santo Domingo R,D.– La época navideña siempre trae consigo un aire de esperanza, alegría y solidaridad. En este contexto, los programas sociales, como la llamada “brisita navideña”, se presentan como un aliciente para miles de familias. Sin embargo, surge una pregunta que muchos se hacen: ¿realmente estos beneficios llegan a quienes más los necesitan?
Frases como “¿Será que mi cédula es de Haití?” reflejan la frustración de aquellos que, año tras año, esperan esa ayuda que nunca parece llegar. Este sentir popular no solo pone en evidencia la desigual distribución de los recursos, sino que también abre un debate sobre la eficacia de los programas diseñados para aliviar las necesidades más apremiantes.
Es crucial que estas iniciativas sociales sean gestionadas con transparencia y que los mecanismos de selección estén alineados con los principios de equidad. Los recursos deben llegar a las manos de quienes realmente enfrentan dificultades económicas, priorizando a las comunidades más vulnerables.
La navidad no solo debe ser un tiempo de esperanza, sino también de justicia. Hagamos un llamado a las autoridades para trabajar con mayor rigor en la identificación de beneficiarios y asegurar que la “brisita navideña” no sea solo un concepto alentador, sino una realidad que transforme vidas.